Where salt meets sky: San Fernando's salty marshes
Avatar

Where salt meets sky: San Fernando's salty marshes

by Antonio Jordán, University of Seville, Sevilla, Spain

First in English:
Marshes are one of the transitional systems between terrestrial and aquatic environments. They are unique ecosystems that harbor rich biodiversity and play a crucial role in the health of coastal ecosystems. Marsh soils are fundamental elements that influence the ecology of these tidal systems.
One of the most distinctive features of marsh soils is their salt content. These soils are characterized by the significant presence of soluble salts, primarily chlorides and sulfates, stemming from the direct influence of saltwater from the sea. This salinity affects nutrient availability and water retention capacity. In general terms, marsh soils are classified as saline soils, with salt concentrations varying based on proximity to saltwater and the frequency of flooding.
The presence of salts in marsh soils not only affects soil chemistry but also plays a crucial role in the adaptation of plants to this extreme environment. Many plant species in marshes have developed salt tolerance mechanisms, such as salt excretion through specialized glands in their leaves or the ability to selectively filter and retain essential ions.
Soil pH is another key factor influencing marsh soil dynamics. Although marshes can be found in a variety of pH ranges, the presence of saline water often contributes to a slightly alkaline environment. This is essential for nutrient availability and the growth of plants adapted to this environment.
pH also plays a significant role in the availability of metals in marsh soils ("heavy metals," according to traditional nomenclature, but that is a rather inaccurate term). In more acidic environments, some metals may be more easily released, which can have significant consequences for aquatic life and the overall health of the ecosystem. Proper management of marsh soils must take this balance into account to preserve their long-term health.
The soil texture in marshes varies considerably and can range from silty to clayey, depending on the location and geomorphological characteristics of the area. Proximity to saltwater and tidal dynamics directly impact soil texture. The constant action of tides contributes to the deposition and removal of sediments, shaping the soil texture in these ecosystems.
Soil texture in marshes is also closely related to water and nutrient retention capacity. Silty soils tend to retain less water but may have higher drainage capacity, while clayey soils retain more water but may experience drainage issues. This variability in soil texture influences the diversity of plants and organisms that can inhabit these environments, adapting to the specific conditions of each soil type.
Marsh soil dynamics directly influence the flora and fauna inhabiting these unique ecosystems. Plants adapted to marsh soils play an essential role in the ecology of these environments. Some species, such as those in the Spartina genus, are crucial for soil stabilization and the creation of habitats suitable for a variety of aquatic organisms and birds. These plants not only have mechanisms to survive in saline soils but also contribute to nutrient cycling and provide shelter for numerous species.
Marsh soils are also crucial habitats for a variety of invertebrate organisms, such as crabs, mollusks, and worms, playing important roles in organic matter decomposition and energy transfer through the food chain. These organisms have evolved to thrive in environments characterized by frequent changes in salinity and oxygen availability.
Furthermore, marsh soils act as significant carbon sinks. The organic matter accumulated in these soils contributes to the capture and retention of carbon, helping to mitigate the effects of climate change. However, this capacity is influenced by factors such as salinity, temperature, and sedimentation rate, highlighting the complexity of the interaction between soil science and ecology in these ecosystems.

Ahora, en español:
Las marismas son uno de los sistemas de transición entre ambientes terrestres y acuáticos. Son ecosistemas únicos que albergan una rica biodiversidad y desempeñan un papel crucial en la salud de los ecosistemas costeros. Los suelos de marisma son elementos fundamentales que influyen en la ecología de estos sistemas mareales.
Uno de los rasgos más distintivos de los suelos de marisma es su contenido de sal. Estos suelos se caracterizan por la presencia significativa de sales solubles, principalmente cloruros y sulfatos, que provienen de la influencia directa del agua salada del mar. Esta salinidad afecta a la disponibilidad de nutrientes y la capacidad de retención de agua. En términos generales, los suelos de marisma se clasifican como suelos salinos, con concentraciones de sal que varían según la proximidad al agua salada y la frecuencia de las inundaciones.
La presencia de sales en los suelos de marisma no solo afecta la química del suelo, sino que también desempeña un papel crucial en la adaptación de las plantas a este entorno extremo. Muchas especies de plantas en las marismas han desarrollado mecanismos de tolerancia a la salinidad, como la excreción de sal a través de glándulas especializadas en sus hojas o la capacidad de filtrar y retener selectivamente iones esenciales.
El pH del suelo es otro factor clave que influye en la dinámica de los suelos de marisma. Aunque las marismas pueden encontrarse en una variedad de rangos de pH, la presencia de agua salina a menudo contribuye a un ambiente ligeramente alcalino. Esto es esencial para la disponibilidad de nutrientes y el crecimiento de las plantas adaptadas a este entorno.
El pH también juega un papel importante en la disponibilidad de metales en los suelos de marisma ("metales pesados", según la nomenclatura tradicional, pero ese es un nombre bastante inexacto). En entornos más ácidos, algunos metales pueden liberarse más fácilmente, lo que puede tener consecuencias significativas para la vida acuática y la salud general del ecosistema. La gestión adecuada de los suelos de marisma debe tener en cuenta este equilibrio para preservar su salud a largo plazo.
La textura del suelo en las marismas varía considerablemente y puede ir desde suelos limosos hasta arcillosos, dependiendo de la ubicación y las características geomorfológicas del área. La proximidad al agua salina y la dinámica de las mareas tienen un impacto directo en la textura del suelo. La acción constante de las mareas contribuye a la deposición y remoción de sedimentos, dando forma a la textura del suelo en estos ecosistemas.
La textura del suelo en las marismas también está estrechamente relacionada con la capacidad de retención de agua y nutrientes. Los suelos más limosos tienden a retener menos agua pero pueden tener una mayor capacidad de drenaje, mientras que los suelos arcillosos retienen más agua pero pueden experimentar problemas de drenaje. Esta variabilidad en la textura del suelo influye en la diversidad de plantas y organismos que pueden habitar en estos entornos, adaptándose a las condiciones específicas de cada tipo de suelo.
La dinámica de los suelos de marisma influye directamente en la flora y fauna que habitan estos ecosistemas únicos. Las plantas adaptadas a los suelos de marisma desempeñan un papel esencial en la ecología de estos entornos. Algunas especie, como las del género Spartina, son fundamentales para la estabilización del suelo y la creación de hábitats propicios para una variedad de organismos acuáticos y aves. Estas plantas no solo tienen mecanismos para sobrevivir en suelos salinos, sino que también contribuyen al ciclo de nutrientes y proporcionan refugio a numerosas especies.
Los suelos de marisma también son hábitats cruciales para una variedad de organismos invertebrados, como cangrejos, moluscos y gusanos, que desempeñan roles importantes en la descomposición de materia orgánica y la transferencia de energía a través de la cadena alimentaria. Estos organismos han evolucionado para prosperar en entornos caracterizados por cambios frecuentes en la salinidad y la disponibilidad de oxígeno.
Además, los suelos de marisma actúan como sumideros de carbono significativos. La materia orgánica acumulada en estos suelos contribuye a la captura y retención de carbono, ayudando a mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo, esta capacidad está influenciada por factores como la salinidad, la temperatura y la tasa de sedimentación, lo que destaca la complejidad de la interacción entre la edafología y la ecología en estos ecosistemas.