Ancient olive trees from the Caliphate of Córdoba at Medina Azahara (Córdoba, SW Spain)
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Ancient olive trees from the Caliphate of Córdoba at Medina Azahara (Córdoba, SW Spain)

by Antonio Jordán, University of Seville, Sevilla, Spain

First, in English:
The photograph shows some centuries-old olive trees (in the foreground, a specimen from the 13th century) amidst the ruins of Medina Azahara (the seat of the Caliphate of Abderramán III between the 10th and 11th centuries).
The olive grove is one of the most extensive crops in Andalusia, historically playing a crucial role in the regional and national economy. Olive cultivation is a significant economic activity, substantially contributing to the production of olive oil, a globally recognized product and a staple in the Mediterranean diet. The export of olive oil not only strengthens the local economy but also positions Andalusia as a key player in the global market for high-quality oils.
The olive tree requires specific soil and climate conditions. The soil should have good drainage and an appropriate pH, as olives thrive in neutral to slightly alkaline soils (pH 7-8). The Mediterranean climate, with dry summers and mild winters, provides a conducive environment for the optimal growth of the olive tree. Understanding these requirements is essential to maximize productivity and oil quality.
Although olive cultivation is vital for the economy, it is crucial to consider its environmental impact. The expansion of olive groves has contributed to an increase in soil erosion rates, especially in areas with steep slopes. Sustainable soil management and conservation strategies are crucial to mitigate these effects and ensure harmony between agriculture and the environment.
To preserve soil quality and ensure the sustainability of cultivation, erosion control measures include maintaining vegetative cover (cover crops or spontaneous plants between olive rows help maintain soil structure, prevent erosion by reducing the speed of rainwater, and avoiding runoff), terrace and terrace systems (minimizing runoff speed), conservation tillage (helping to maintain the soil's surface layer), mulching (using organic materials like straw or pruning residues as ground cover to retain moisture, protect against erosion, and improve soil structure), rainwater management systems (such as infiltration trenches or dams, redirecting rainwater flow in a controlled manner to prevent concentration and erosion in specific areas), and planting trees or shrubs in marginal areas (stabilizing soil and acting as natural barriers against runoff).
The history of the olive in Andalusia is reflected in the presence of centuries-old specimens, such as those found in Medina Azahara and other locations. These trees are not only silent witnesses to agricultural history but also represent a cultural legacy deeply rooted in the region.

Ahora, en español:
La fotografía muestra algunos olivos centenarios (en primer plano, un ejemplar del siglo XIII) en las ruinas de Medina Azahara (sede del Califato de Abderramán III entre los siglos X y XI).
El olivar es uno de los cultivos más extensos en Andalucía, donde desempeña históricamente un papel crucial en la economía regional y nacional. El cultivo del olivo es una actividad económica significativa, contribuyendo sustancialmente a la producción de aceite de oliva, un producto conocido internacionalmente y básico en la dieta mediterránea. La exportación de aceite no solo fortalece la economía local, sino que también posiciona a Andalucía como un actor clave en el mercado global de aceites de alta calidad.
El olivo requiere condiciones específicas de suelo y clima. El suelo debe tener buen drenaje y con pH adecuado, ya que el olivo crece mejor en suelos neutros o ligeramente alcalinos (pH 7-8). El clima mediterráneo, con veranos secos e inviernos suaves, proporciona un entorno propicio para el crecimiento óptimo del olivo. Comprender estos requisitos es esencial para maximizar la productividad y la calidad del aceite.
Aunque el cultivo del olivo es vital para la economía, es esencial tener en cuenta su impacto ambiental. La expansión del olivar ha contribuido al aumento de las tasas de erosión del suelo, especialmente en áreas con pendientes pronunciadas. Estrategias de gestión sostenible y conservación del suelo son cruciales para mitigar estos efectos y garantizar la armonía entre la agricultura y el medio ambiente.
Para preservar la calidad del suelo y la sostenibilidad del cultivo, entre las medidas de control de la erosión se encuentran el mantenimiento de la cobertura vegetal (los cultivos de cobertura o plantas espontáneas entre las hileras de olivos ayudan a mantener la estructura del suelo y a prevenir la erosión, reduciendo la velocidad del agua de lluvia y evitando la escorrentía), los sistemas de terrazas y bancales (que minimizan la velocidad del agua de escorrentía), el laboreo de conservación (que ayuda a mantener la capa superficial del suelo), el acolchado (también llamado “mulching”, que usa materiales orgánicos, como paja o restos de poda, como cobertura en el suelo para ayudar a retener la humedad, proteger contra la erosión y mejorar la estructura del suelo), los sistemas de gestión de agua de lluvia (como zanjas de infiltración o diques, que pueden ayudar a redirigir el flujo de agua de lluvia de manera controlada, evitando la concentración y erosión en áreas específicas) o la plantación de árboles o arbustos en áreas marginales (que ayudan a estabilizar el suelo y actúan como barreras naturales contra la escorrentía).
La historia del olivo en Andalucía se refleja en la presencia de ejemplares centenarios, como los encontrados en Medina Azahara y otros lugares. Estos árboles no solo son testigos de la historia agrícola, sino que también representan un legado cultural arraigado en la región.